Por: Humberto Arriaga
El derbi entre Atlético de Madrid y Real Madrid tuvo de todo y acabó de manera inesperada. Militao puso a los visitantes en ventaja, pero Correa empató en el descuento, provocando la furia de los aficionados colchoneros, que comenzaron a lanzar objetos al campo.
Aunque el partido comenzó sin incidentes y con buen ambiente entre los jugadores, la situación se volvió tensa cuando Busquets paró el juego y mandó a los equipos al vestuario. Después de un parón de veinte minutos, el Atlético siguió insistiendo y logró igualar el marcador.
Mientras el resultado fue bueno para el Atlético, dejó un mal sabor de boca para la Liga, resaltando la necesidad de abordar la violencia en el fútbol. Un derbi que prometía ser un gran espectáculo terminó empañado por incidentes que opacaron el verdadero sentido del juego.