Por Leonardo Arriaga G.
Cada «palo de agua» en este municipio, en vez de celebrar, causa temor, especialmente en el área rural de sus parroquias y caseríos. Las vías de penetración se deterioran rápidamente; esto ocurrió, por ejemplo, con el desastre dejado por el aguacero del pasado 16 de agosto, cuando se destruyeron unas diez viviendas y otras seis sufrieron daños graves, aunque recuperables.
Sin embargo, los reclamos continúan. Las máquinas disponibles no son suficientes, y se requiere una acción conjunta entre el poder municipal y el regional, dejando de lado los intereses políticos.
Vale recordar que en la última sesión de la cámara, uno de los dirigentes vecinales, Senobio Díaz, del sector Santa Ana de Villa Rosa, solicitó que trasladaran la máquina ubicada en La Esperanza a su comunidad. No obstante, ya existe un cronograma aprobado por la alcaldía, según la información proporcionada por el concejal Francisco Colina. Por su parte, la concejala Lucrecia Gaester señaló que el alcalde puede decidir, a su discreción, cualquier modificación al respecto.