Los Vigilantes Policiales Indefensos: Tres mil Motorizados Agitan el Tránsito en el Municipio
La trágica muerte de un joven motorizado ha resaltado de manera alarmante una problemática que demanda atención urgente: la falta de medidas preventivas efectivas en el control del tránsito. Cada viernes y sábado, un reducido número de vigilantes de tránsito adscritos a la policía nacional establece puntos de control estratégicos en el municipio. Su objetivo es verificar la legalidad del tránsito de vehículos motorizados, pero los resultados son desalentadores y la situación, cada vez más crítica.
En estos puntos de parada, los agentes revisan la documentación legal de los vehículos, el estado físico de los mismos y la indumentaria exigida para los conductores y acompañantes. Específicamente, se requiere que tanto el conductor como el pasajero usen cascos, que son elementos esenciales para garantizar la seguridad en la vía. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el problema persiste. El número de usuarios en el municipio y sus parroquias sigue creciendo, y aunque puede haber una ligera disminución debido a la migración temporal hacia el campo para participar en la cosecha del café, la realidad es que el control sobre el tránsito se ha perdido casi por completo.
Además, muchos motorizados optan por matricular sus vehículos en otros municipios, como Unda, debido a que los impuestos municipales en nuestro municipio son considerablemente más altos. Esta situación complica aún más el problema, ya que se pierde el registro exacto de los vehículos que circulan por nuestras calles, lo que dificulta cualquier intento de regulación y control.
La reciente y horrenda muerte del joven motorizado en la vía extraurbana Guanare-Biscucuy sirve como un trágico recordatorio de las consecuencias de esta falta de control. El incidente, que ocurrió tras un choque, resultó en heridas fatales, incluyendo la decapitación del joven y la pérdida de uno de sus brazos. Este horror llevó a la convocatoria del Estado Mayor policial para analizar la situación preventiva de los cuerpos de vigilancia en la zona.
Lamentablemente, tras este análisis, la conclusión es sombría: no hay suficientes recursos humanos ni logísticos para implementar operativos permanentes, tanto en las vías urbanas como en las extraurbanas. Los vigilantes de tránsito se encuentran, en efecto, indefensos ante un panorama donde los motorizados continúan transitando sin las mínimas condiciones de seguridad, ignorando las normativas viales. Esto no solo pone en riesgo sus vidas, sino también la de otros ciudadanos que utilizan las vías públicas.
Es necesario señalar que, ante esta falta de control, se genera un ambiente de impunidad que afecta la percepción de seguridad en el municipio. Los conductores motorizados, al sentirse fuera del alcance de la autoridad, a menudo se permiten realizar maniobras peligrosas, como el exceso de velocidad, el cruce de semáforos en rojo y la conducción sin el uso de cascos o chalecos reflectantes. Estas prácticas arriesgadas no solo desafían las leyes de tránsito, sino que también contribuyen a un aumento en el número de accidentes y fatalities en las carreteras.
El viejo adagio de «maneje con cuidado» parece quedar en el olvido, mientras el caos y la impunidad dominan las calles. Esta situación exige una revisión inmediata de las políticas de seguridad vial y un compromiso real por parte de las autoridades para garantizar un tránsito seguro y ordenado en nuestro municipio. Es imperativo que se implementen campañas de concientización, así como estrategias que fortalezcan la presencia de los cuerpos de vigilancia en las calles, asegurando que todos los motorizados cumplan con las normativas de seguridad.
La vida de cada ciudadano que utiliza las vías es valiosa, y es deber del Estado garantizar un entorno seguro. Solo a través de un esfuerzo coordinado y decidido se podrá revertir esta alarmante tendencia y proteger a todos los usuarios de las vías públicas.