Desde hace tiempo, la frondosa arboleda que adorna la montaña ubicada en las adyacencias del río Biscucuicito, a la salida del terminal de pasajeros de Biscucuy hacia Guanare, ha sido víctima de un flagrante ecocidio. Transgresores de la Ley Orgánica del Ambiente, con total impunidad, han talado y tapado esta importante zona boscosa, poniendo en riesgo un ecosistema vital para la región.
Este crimen ambiental, contemplado en la Ley Penal del Ambiente y otras leyes venezolanas, ha persistido en el tiempo y el espacio. La desidia de las autoridades, incluyendo el Ministerio de Ambiente, la Alcaldía de Sucre, la Cámara Municipal y la Guardia Nacional, ha permitido que la destrucción continúe sin control. Movimientos de tierra con maquinaria pesada y tala irracional amenazan con destruir este pulmón vegetal, un regalo de la naturaleza que embellece nuestro piedemonte, purifica el aire que respiramos y ofrece un espacio de esparcimiento para propios y extraños.
Cabe destacar que esta área verde, hoy herida de muerte, pertenece a la categoría de áreas protegidas bajo el régimen de administración especial, espacios destinados a la conservación de la naturaleza.
Un llamado a la acción:
Hago un llamado a las fuerzas vivas, gremios, profesionales y técnicos de Biscucuy para que se organicen y exijan la inmediata reforestación con especies arbóreas de esta zona devastada. De igual manera, solicito a las autoridades competentes que declaren este pedazo de tierra como Reserva Forestal y Patrimonio Ecológico y Turístico de Biscucuy.
Nota: Este artículo fue escrito para El Biscucuyense en abril de 2017 y, lamentablemente, sigue siendo tan relevante como entonces. Lo publicamos nuevamente en esta era digital como un sincero homenaje a este magnánimo jurista e historiador, el Abg. Víctor Manuel Rivero. Que Dios le dé salud.