– ¡Hola! como estas mi querido río.
– Bien, aún caminando sobre estas piedras que a veces me estorban… años sin verte amigo.
– Sí, me fui a pastorear el Crepúsculo y a echarme palos de cucuy ¡Por allá donde viven los cardenales! —- Que bueno ya no te gusta el miche y los inviernos que me nutren y los relancinos azulejos?
– Claro que me gustan …esas son cosas inolvidables como tu.
– Hummm… Hablando como los locos ¿Sabes quien me hizo esto? rápido y enflaquesco… y no me digas mentiras que hace tiempo deje de ser pendejo!
– Esta bien, esta bien.. son unos amigos que dejaron de ser mis amigos, unos que perdieron el sentido del verbo vivir y ahora viven de matar lo vivo.
-¿Porque han de matarme antes de tiempo? mira como me estaban dejando ya postrado en este piedrero, sólo medio respiro a cada chorrera.
– Los vivos no me oyen, ni oyen los quejidos de la Tierra.
sólo se oyen asimismos. A sus ambiciones individuales.. sólo oyen el brillo del oro como si el oro hablara con su fulgor.
– ¡Ay que dolor amigo mío! Anda diles que soy inocente.
Que son naturales mis crecientes y no he ahogado a nadie que vuelve lejos de mis andares… respeto para poder pedir respeto.
No soy violento como los que talan mis bosques y espantan mis sombras como los que siembran urbanismos desordenados donde sólo crece la anarquía, la civil desobediencia y se enquista la violencia y nace el terrorismo, pues no es terrorista ecológico el que se defiende, sino el que ataca conscientemente.
Por doquier veo alforjas del tumor, embarazadas en tus márgenes heridas como si fueran señales furtivas del desprecio que los hombres dejan en su alocado andar.. Anda amigo ¡y diles que no me maten! .. que me devuelvan mis árboles con sus sombras; con sus flores, con sus frutos y todos los pájaros y todos sus cantos y con todos los hombres buenos que aún lloran mi agonía palpitante.
Anda Amigo diles que soy inocente.
- Por Lenin Fernandez, una invocación por su amor al río Biscucuicito.
Foto archivo: Con su cuñado e inseparable amigo Abraham Briceño